Por Verónica Zamorano, Periodista.
¿Una franquicia que parecía bastante agotada, podría sorprendernos de nuevo? Sí, gracias al trabajo conjunto del director, un guionista casi desconocido, un fotógrafo premiado por MTV, una compositora de videojuegos, y un casi desconocido pero buen elenco de actores logra lo que todos queremos ver: una historia bien contada.
La séptima película sobre el cazador intergaláctico nos lleva de regreso al suspenso y a la simplicidad de la primera cinta de 1987, con Arnold Schwarzenegger. A pesar de conocer al feroz “depredador” la historia nos mantiene todo el rato expectante, sin saber si ya lo veremos o no. Increíble pero el director lo logra.
El uso de locaciones reales en Alberta, Canadá, junto a una excelente fotografía hace mucho más agradable la acción, incluyendo momentos que parecieran una ternura y un zoom directo a la naturaleza. Además de un guiño a Jurasic Park, utilizando sólo el movimiento de la maleza.
A diferencia de otras películas de acción o fantasía, Prey no hace un uso excesivo de efectos especiales y digitales, y eso se agradece. Lo suficiente para no dañar animales y poder “sentir” o ver lo que ocurre. La música acompaña la acción perfectamente, los momentos tranquilos y los de acción, en armonía con imágenes, personajes y paisajes.
Prey no iguala a la adolescente protagonista con el Ex Comando, si no, la presenta desde su propia fragilidad y miedo. La joven Naru (Amber Midthunder) hará hasta lo imposible por convertirse en guerrera y proteger a los suyos
Una entretenida película de acción. No apta para menores de edad por la violencia que caracteriza a este universo nacido de los comic