A través de la historia, las narraciones de sucesos sobrenaturales están ligados siempre a un elemento en sí y se centra en la integración de estos hechos en el mundo común y corriente, a la historia de la comunidad a la cual pertenece.

Todas estas se agrupan a menudo en ciclos alrededor de un personaje en específico inundando los relatos y leyendas que hemos escuchado. La aparición de los mismos puede depender de errores involuntarios, malas interpretaciones o exageraciones, o bien por la acción consciente de una o más personas que, por razones interesadas crean un suceso enigmático.

Nuestro país no es ajeno a esta situación, miles de historias y leyendas inundan libros y programas de radio y televisión, recordar los antiguos de frecuencia AM en donde el condimento principal era los relatos de campo, qué tiempos aquellos.

Ahora ¿Qué pasa cuando este misticismo literario y hablado cruza la línea de la realidad?, eso es lo que conversaremos en esta oportunidad.

Mucho de ustedes han oído sobre pequeños personajes que visitan las casas causando estragos, a veces hurtando y en el peor de la situación daños a las personas mismas, me refiero a los famosos “Duendes”.

La existencia de estos pequeños seres ya existía en la época del Imperio Romano, atribuyéndoles poderes mágicos. Aunque si de historia hablamos, su origen se enmarca en el manuscrito llamado “gente pequeña”, del párroco escocés Robert Kirk ambientado en lugares concretos de Europa, dando la posibilidad de teorizar la existencia de un pueblo humano de pequeña estatura ya desaparecido abalado por el hallazgo del Hombre de las Flores (Homo floresiensis, conocido como hobbit, es una especie extinta de Homo) y la existencia del pueblo pigmeo en África. Tiene sentido ¿cierto?

Con el intercambio cultural con el nuevo mundo, se entremezcló con las leyendas ya existentes potenciando así a formar parte de nuestro folklore.
Si nos damos una vuelta a sectores alejados a la ciudad, nos podemos encontrar con relatos de pequeños seres que se pasean a diestra y siniestra por los bosques, ríos, plantaciones inclusive casas causando más de un problema a los lugareños. Ante esto, es mucha la preocupación que nace de parte de las madres a no dejar jugar solos a los infantes con menos de 6 años en los alrededores, ya que en muchas oportunidades acusan el robo de estos niños pudiendo ser salvados por las mascotas del hogar.

Esto puede sonar a ciencia ficción, pero en el campo se sigue al pie de la letra esta regla por la cantidad de casos registrados en la zona centro sur de Chile, quizás la gente puede exagerar en comentar esos sucesos, pero no niego ver la cara de terror al mencionar tales hechos.
Según lo que estipula el Sacerdote J.P. de la Iglesia Católica chilena - “Ellos son tan antiguos que no podemos negar su existencia, estaban antes que nosotros en la tierra y son más viejos que la religión misma. Sus apariciones no la atribuyo al demonio, pero como todo lo antiguo no se puede comprender y tenemos que mirarlos con respeto, y confiar en Dios”-, o sea la gente que comenta ver este tipo de entidades no estaría tan loca como lo dice la mayoría.

Las apariciones en zonas campestres no serían el único lugar preferido para efectuar travesuras o daños, en la ciudad hay varios casos con encuentros extraños con pequeñas entidades. Al decir ciudad, abarcamos mucho quedando al debe, para esto me centraré en una comuna de la Región Metropolitana con sorprendentes casos, una de ellas es El Bosque, en una base militar (objetando el nombre a petición de testigo).

En el verano del año 2001 y cercano a la media noche, un soldado que cumplía roles de guardia se paseaba dentro de las instalaciones, en la lejanía escondido en las sombras, observa un bulto que se tambaleaba de un lado hacia otro con dos luces azules a modo de ojos. La reacción del muchacho fue de miedo, alzando su fusil y apuntar a esa aparición que no sobrepasaba el metro de altura, saca el seguro y alguien toma su hombro impidiendo disparar.

Un supervisor, de manera enérgica, llama la atención por la tontera que estaba haciendo algo prohibido (jugar con el armamento) y que sería castigado, no creyendo lo avistado anteriormente.

El desenlace fue más extraño aún, no fue el único en ver esta rara figura. Un compañero aseveró la misma historia a pesar de que estaban a 200 metros de distancia uno del otro, conclusión también tuvo encuentro con la extraña figura. Siguiendo las órdenes del mando que aquello no había sucedido debiendo mantener absoluto secreto del hecho.

Ante estos temas, queda mucho paño que cortar, pero no podemos objetar que hay algo que nos miran desde la oscuridad y fuera de nuestro conocimiento. Ante esto, hay que aceptar en vez de creer y cada uno está a cargo de sacar sus propias conclusiones.

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