Una de las pocas diferencias es que en los moteles normalmente se entra a las 3 de la tarde con 58 minutos por que en 2 minutos se pone en cuatro. Pero eso también sucede en los grandes hoteles. Ahora, por lo que me han contado, son frecuentes los ataques de asma en los moteles, y ese sería el punto negativo… Esta pandemia es fatal, tanto escándalo por que un chino se comió un murciélago y cuando Robin se comía a Batman, nadie se contagió.
También creo que los moteles aportan para la salud mental, la cabeza necesita su distracción. Los casados necesitamos distraernos aunque sea por 3 horas, y dar rienda suelta a esa bestia demoníaca que llevamos dentro sin que los niños de la casa se enteren. Mi slogan es:” Si el cuerpo te pide sexo y lujuria hay que dárselo, y si no te lo pide, oblígalo para que sepa que no se manda solo”. Lo único malo de los moteles es que las películas son subtituladas y a mi señora le gustan dobladas; es el único lugar en donde me dice “telescopio”, porque la hago ver estrellas, modestamente.
El precio de un hotel convencional y un motel es notorio, y no están los tiempos para botar la plata...los billetes se hacen polvo. Si no existieran los moteles ni las mujeres, le estaríamos haciendo caso a la diputada Pamela Jiles y su candado chino.