Un solo día fue suficiente como para hacer estragos en mi semana. A principios de la semana pasada me levanté feliz, contenta, pensando yo puedo contra el mundo. Pero el mundo tenía planeado otra cosa para mí. Pues les cuento que hago desayuno, me baño, me visto y me dirijo hacia mi primera parada, una cita médica que tenía programada. Llego al consultorio médico y hay un vehículo ocupando casi tres estacionamientos, acomodo mi vehículo en el espacio que queda disponible y ¡Zaz!; tremendo raspón que le di al vehículo. Ahora tengo un vehículo negro y rayas verde chillón. Respiro profundo y pienso, doy las gracias porque fue un raspón y no fue mi vida.