Desde que tengo uso de razón la esquina entre avenida Pedro Montt y Freire en Valparaíso siempre existió un cine, y al menos desde lo que yo logré conocer desde niño hasta ahora el cine más grande que existía en el puerto. Primero fue el cine Metro, donde muchas veces fui a la matiné de los domingos a ver los estrenos infantiles que había en especial para las vacaciones de invierno y las películas de fin de año. Aún puedo recordar como crujía el piso de madera cuando caminabas por sus pasillos para elegir un buen lugar, ese olor a humedad de casa antigua y el sonido de las butacas al crujir cuando te sentabas en ellas. Luego ya más grande se vinieron la ida al cine con los compañeros de colegio, como olvidar el estreno de “Jurassic Park”, una película que vino a revolucionar todo lo que habíamos visto en el cine con sus efectos especiales digitales y sus animatronics. Y si mal no recuerdo, una de las últimas películas que vi en el antiguo Metro fue “Día de la Independencia”, una película que me hizo alucinar con su historia y la variedad de personajes que tenía.
Después vino el silencio. Esta histórica esquina se mantuvo cerrada por meses sin saber en que era lo que se convertiría, se veían camiones que descargaban materiales y por más que intentarás mirar hacia dentro del recinto, era imposible lograr conseguir una idea sobre en que se estaba convirtiendo aquel mítico recinto. Hasta que un día el antiguo cartel del cine Metro apareció con nuevas letras iluminadas en rojo sobre un fondo azul: “Hoyts”. ¿Pero y que era esta marca?, ¿una nueva línea de cines venida desde el extranjero?, en esa época, que no existía la mediatez para obtener información como existe hoy donde tenemos internet, teléfonos inteligentes y redes sociales, no sabía que esté ya era el cuarto cine que abría esta empresa, de origen australiano, en nuestro país, los otros tres se encontraban, obviamente, en Santiago donde se inauguró el primer cine en el año 1997.
Hasta que el 25 de junio de 1998 abre sus puertas el que sería uno de los cines más modernos de la región, cine “Hoyts” de Valparaíso. Y obviamente las ganas de ir a conocerlo saltaron enseguida. La primera película en proyectarse fue “Perdidos en el espacio”, y lamentablemente no tuve la oportunidad de asistir a esas funciones inaugurales, pero pronto tuve la oportunidad de disfrutar la experiencia de estar en un cine de estándares a los que en esa época el común de los mortales no estábamos acostumbrados, como salas con aire acondicionado, butacas cómodas y con apoyabrazos donde podías depositar tu bebida o una bandeja con tu combo que incluía palomitas, bebida, chocolate y quien sabe que cosas más, en lo personal nunca he sido muy amigo de comer en el cine, pero ver ese tipo de atención era algo que jamás al menos yo había visto. Y para que nombrar los aspectos técnicos, como el sonido, la calidad de la imagen, aire acondicionado, etc., algo a lo cual el común de los porteños no estábamos acostumbrados a ver en una sala de cine, y en este caso, en cinco salas de cine.
Sin duda mis salas favoritas eran las dos del segundo piso, que tenían un aspecto de anfiteatro con la pantalla al centro, y por su puesto siempre me ubicaba encumbrado en las últimas filas de la galería para lograr disfrutar a toda mis anchas de esa enorme pantalla. La primera película que pude disfrutar en el nuevo cine fue “Impacto Profundo”, del año 1998 y dirigida por Mimi Leader, una de esas cintas apocalípticas que siempre me han gustado. Y si una película de catástrofe no es suficiente, la siguiente que fui a ver fue “Armageddon” del director Michael Bay, que se estrenó semanas después. Pero sin duda una de las películas que vi en este cine y que comenzó mi amor por esta saga fue “Star Wars: La amenaza fantasma”, y que curiosamente pude ver “El ataque de los clones” y “La venganza de los Sith” en el mismo cine, a pesar de que ya existía el complejo “Cinemark” en Viña del Mar. Y si de sagas se trata, es imposible olvidar que acá también comencé a seguir la saga “X-Men”, donde disfruté de las tres primeras cintas y quizás las que más se encuentran en la memoria de los fanáticos.
Sin duda el hecho de independizarme y vivir solo en Valparaíso ayudó demasiado a que este cine fuera uno de mis pasatiempos favoritos, ya que tenía la suerte de vivir a pocas cuadras de este teatro con lo cual mi amor por el cine sin duda se acrecentó un mil por ciento en este período. No importaba si era sólo o acompañado, cuando llegaban las nuevas primicias al “Hoyts”, ahí estaba yo, encumbrado en mi galería esperando a disfrutar de una nueva historia. Lamentablemente con el pasar del tiempo, el cine fue decayendo en lo que se refiere a mantención, además que el mismo público no solía tener la cultura de cuidar las instalaciones y ver este complejo como algo propio y así cuidarlo y respetarlo. Luego vino el estallido social, que golpeó fuertemente a la ciudad puerto y obligó a este cine a fortificarse por todos lados para no ser víctima de los ataques que sufrían numerosos locatarios, muchas funciones debieron suspenderse quedando a medio funcionar; y lo que vino a hundir finalmente a este emblemático cine fue la llegada de la pandemia: dieciocho meses sin abrir sus puertas a causa de las nuevas normas sanitarias. Cuando al fin lograron volver a abrir sus puertas ya su administración sabía que esto era una crónica de muerte anunciada: el cine aún no contaba con un mejoramiento en sus instalaciones, la afluencia de público era cada vez menor, pues era imposible competir con las salas de los “Cinemark” de Viña del Mar y del nuevo “Cineplanet” ubicado en el mall Paseo Ross de Valparaíso. Es así como llega el triste comunicado de la administración en el que se anuncia que las funciones del domingo 16 de agosto del 2022 serían las últimas para este cine.
Ahora saltan las incertidumbres sobre cual será el destino del edificio que albergó alguna vez al legendario cine “Metro” y luego al cine “Hoyts”. Creer que este edificio seguirá con la línea del divertimiento y la cultura es difícil, pensando en las condiciones en las cuales se encuentra la ciudad puerto, donde lo que más encontramos en sus calles hoy en día son malls chinos y casas de juegos. Pero la batalla para los cinéfilos aún no esta perdida, ya que Valparaíso cuenta con otros lugares para disfrutar de buen cine, tenemos el ejemplo del teatro Condell con su ciclo “Insomnia”, donde se proyectan películas clásicas, actuales, animación, además se realizan conferencias de cine y muchas actividades más. De la misma manera, en los cerros Alegre y Concepción se encuentran las llamadas salas de “Microcine”, que se trata de pequeñas salas donde se exhiben películas clásicas y también se proyectan estrenos nacionales. Yo tuve la suerte de estar en el estreno de la película del escritor Alberto Fuguet “Cola de Mono”, donde el mismo escritor presentó la película y luego de la proyección se le podían hacer preguntas. Pero bueno esto es para otra crónica que estoy preparando, por ahora, decirle a esta tradicional esquina un hasta y siempre y recordar cuantas historias disfrutamos en este espacio.
