Abril 19, 2024

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EL FOTÓGRAFO Capítulo 4 - Por Katha Morgan Destacado

Fueron segundos tan intensos, respiré profundo, sacudí mis brazos agitando mis manos como para relajarme un poco y salí. La verdad es que ya no estaba tan canchera, salí muy tímida de la habitación, me sentía tan colorada, con algo de pudor pero a la vez muy caliente, porque ambos hombres me miraron con lujuria. Te ves perfecta —dijo el asistente. Estás maravillosamente bien —dijo el fotógrafo. Yo estaba un poco encorvada hacia adelante, con las manos juntas a la altura de mi entrepierna, estaba depilada y todo, pero igual era plancha la situación. Las palabras que me dijeron me hicieron sentir mejor y hasta me enderecé un poco, me subió el ánimo y de pasadita me dejó con ganas de seguir en lo que estábamos.   

Me indicaron el sofá que estaba al lado del telón. El moreno asistente movió el telón y giró algunas luces hacia el sofá para la siguiente sesión de fotografías. Me senté en el medio del hermoso y aterciopelado sofá rojo y el fotógrafo me hizo un gesto con las cejas indicando que subiera una pierna, a estas alturas lo nuestro era más íntimo, me reía conmigo misma. Hice lo que me pidió y quedé tan al descubierto que me volví a sonrojar, lo sentí en mi cara. El asistente se acercó y acomodó mis manos, las perlas y parte de la seda para que me tapara algunos centímetros de mis partes privadas que a esa hora, ya eran súper públicas para el rubio y el moreno.

Me tomaron varias fotos, me sentí más rica que nunca, eran muchas fotografías y la sensación de los flashes y el calor de las luces sobre mi piel casi desnuda fue muy bacán. Me acomodaron varias veces, el moreno hacía unos gestos y el rubio me agarraba y me acomodaba sin hablarme. El gemelo del Andy era rudo y el asistente era tierno pero cuando el moreno fruncía el ceño, el rubio se ponía más bruto, yo daba pequeños quejidos y eso le gustaba al fotógrafo, lo noté en su mirada, yo me dejaba no más, si igual me gustaba. El blanquito me apretaba y me acercaba a su cuerpo, me sujetaba fuerte, me tenía muy excitada mientras las centellas de las cámaras seguían vistiéndome, pero lo mejor fue cuando miré a ese morenazo detrás de la cámara y lo vi manoseándose por encima del pantalón, yo me quedé boquiabierta casi disfrutando la escena pero de pronto, el rubio musculoso me volteó de golpe y me dejó boca abajo, me tomó de la cintura y me levantó el trasero dejándome “en cuatro”. Ahí supe que los flashes se apagarían. Yo deseaba tanto ser penetrada que llegué a gemir sin querer. Ambos hombres se rieron suavemente,  y el fotógrafo dijo— está lista. El rubio asistente se quitó rápidamente toda su ropa y caminó hacia mí, quedando con una tremenda herramienta frente a mi cara. Yo en la misma posición sin siquiera esperar que me dijeran nada abrí mi boca invitándolo a entrar y comencé a lamer y chupar, me tragaba cuanto podía, él tomaba mi cabeza por detrás y me sujetaba así, me dejaba atorada sin poder respirar por algunos segundos, obvio no me sentía del todo bien, como cuando te dan arcadas tan fuertes que no puedes seguir, pero yo quería seguir. Se lo chupé tanto que me impresionaba que aún no se fuera cortado. El fotógrafo sólo nos miraba desde su asiento frente al sofá, había comenzado a tocarse con el pantalón abierto, lo vi jalársela una y otra vez mientras se mordía los labios y me miraba fijo y eso me excitó tanto más. Estaba extasiada con el blanquito que me mordía, me chupaba, me lamía, me rozaba con tanta maestría que me sentía en el cielo; jamás sentí tanto placer en mi vida hasta hoy.

Ya no me acordaba de las fotos, ni del pago, ya no pensaba en que el fotógrafo podría ser un sicópata, ni siquiera pensaba en lo tarde que era o en mi sueño de ser modelo. Estaba completamente ida, perdida y entregada a la mejor fantasía sexual que nunca pude imaginarme. No era capaz de pensar en nada, sólo sentir. Gozaba con cada detalle, los olores, sabores, el calor de su piel y las miradas del otro, todo era exquisito. Me vine tantas veces, no puedo describirlo, las palabras no alcanzan; esto fue muy nuevo para mí, en serio. Ustedes creerán que yo ando por la vida incursionando en cosas como estas pero no. Un par de pololos, un par de minos casuales en alguna fiesta y el Andy…no más.

Me encontraba casi desmayada de placer en el sofá, el rubio me había tocado y lamido tanto, que yo estaba más que lista, podía morir en paz. Justo después de volver en mí, del 4to o 5to orgasmo (en serio jamás había tenido tantos) vi al fotógrafo levantarse lentamente de su silla y acercársenos. Estaba colorado y sudoroso, ya casi en pelota, apenas le quedaba la camisa abierta puesta. Lo miré y noté que su herramienta no era tan grande como la del asistente pero a esas alturas daba lo mismo, todo es cancha ¿o no? sólo la quería tener bien dura y bien adentro.

El asistente se paró de la alfombra y le ayudó a sacarse la camisa, ambos quedaron parados frente a frente mirándose fijamente, luego se voltearon hacia mí que seguía echada en el sofá, embriagada de placer; me incorporé y me senté, quedé con ambos miembros duros frente a mi cara, era como la mejor porno que haya visto, aunque no he visto tantas. Me sentía tan sucia, tan caliente, tan libre, tan drogada por el placer que casi estaba abandonada de toda decisión coherente, sólo me dejaba llevar. Pensé que lo que se venía era una doble penetración pero el rubio me agarró del pelo y me ayudó a meter su miembro en mi boca, seguido de eso besó apasionadamente al moreno en los labios. ¡Vaya! —pensé—. Esto se puso realmente interesante. Yo sólo cerré los ojos y seguí en lo que estaba. Jadeaba con ese pedazo de carne en mi boca mientras masturbaba al moreno, ellos se besaban efusivamente y yo desde mi vista privilegiada, cada vez que abría los ojos,  podía ver todos esos lengüetazos con lujo de detalles; debo confesar que eso también me excitó. Estaba a punto de un orgasmo más, cuando violentamente sentí la boca vacía y el fotógrafo cambió con su asistente de lugar. El rubio se acomodó y me empujó con suavidad hacia atrás dejándome acostada en el sofá poniendo su pene nuevamente en mi boca y su cuerpo inclinado sobre mí; una de sus piernas me cubría por encima para no escapar, aunque yo no quería ir a ningún lugar que no fuera ese mismo. Así inclinado sobre mí, entraba y salía, caliente, mojado, duro, una y otra vez con fuerza…pero de pronto empezó a moverse más suave y en otra dirección, también empezó a gemir diferente, ya no me estaba embistiendo como al principio, fue raro. Abrí los ojos para ver si pasaba algo malo y nada. No pasaba nada malo. El fotógrafo estaba penetrando a mi toro maravilloso, ¡mientras yo se la chupaba!...sí, les dije que parecía una porno de esas buenas, buenas. Debo reconocer que en ese momento me asusté un poco, así que me moví para salir de debajo del asistente, él me dejó espacio, quería que yo saliera de allí y cuando me alcé para quitarme completamente del sofá, el asistente que estaba siendo embestido por el fotógrafo me tomó por la cintura y me dio vuelta en un solo movimiento. Me dejó de nuevo en cuatro, apoyada en el respaldo y separando mis piernas con brusquedad por fin me penetró. Me lo empujó con ganas, mientras el fotógrafo se lo clavaba a él.

Tan sólo imaginen la escena, una fiesta en la penumbra, era un verdadero festival de gemidos, un tren de placer, estábamos tan calientes los tres, que nada nos importaba, sudábamos y gemíamos y volvíamos a gemir. Yo apretaba el terciopelo del sofá y el asistente apretaba mi cadera, mientras que el fotógrafo le apretaba sus hombros. Yo llegué al clímax y me fui una vez más justo antes que el asistente me llenara de su leche. El rubio acabó en mí y se arrodilló frente al fotógrafo a esperar lo que venía. A los treinta segundos el hermano del Andy le descargó todo en la cara al asistente y yo miraba la escena con asombro y un poco de pudor, sé que suena carerraja pero igual me daba vergüenza pensar en lo que estaba haciendo.

Mientras ellos se regocijaban en sus fluidos salí de ahí, me fui a la habitación y me puse mi vestido muy rápido, tomé mi calzón y mi sostén y los guardé en mi cartera y caminé hacia la puerta como queriendo escapar, no entendía bien lo que acababa de pasar, quizá esto era recurrente, no usamos condón y me acababa de dar cuenta, me asusté mucho. Tomé el pomo de la chapa para abrir la puerta que me devolvería a la realidad y escuché la voz del fotógrafo. Eres genial chica, el sábado te mando el link del book de las fotografías para que lo descargues— yo asentí con la cabeza sin levantar la mirada y salí del departamento sin decir nada.KM

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Modificado por última vez en Lunes, 17 Mayo 2021 16:59
Katha Morgan

Rockera de corazón. 
De profesión docente y actriz.
De oficio escritora, locutora y productora radial.
Siempre ligada a las artes.

satiraradio.wixsite.com/website
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