Abril 18, 2024

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Nuestra condición de ser humanos - Por Sharon Torres

Antes de comenzar con la columna de esta semana quiero dejar bien claro que no soy psicóloga, no quiero estudiar psicología y nunca me ha pasado por la mente serlo. Para mí los psicólogos y los psiquiatras son personas sumamente especiales. Estas personas de alguna manera logran desconectarse de sus problemas para atender los problemas de los demás para luego conectarse a su vida y trabajar los de ellos. La vida de por si es sumamente complicada como para también tratar de resolver problemas con los cuales a lo mejor no puedes relacionarte. Pero, ese es tema para otra columna, hoy quiero hablar de esa cualidad que nos hace humanos. Hace un año más o menos comenzó la pandemia, en mi vida nunca pensé llegar a vivir una, mi entrenamiento como salubrista me preparó para observarla y analizarla. Sin embargo, nada me preparó para vivirla. Y creo que a ninguno de nosotros se nos preparó para esto. Hoy un año más tarde y con más conocimiento creo que estaría lista para los nuevos cambios que me depare el futuro, aunque no siempre estamos listos para esto.

Nuestra condición de humanos nos ha enseñado a sobrevivir muchas cosas, también nos ha enseñado a desafiar lo que conocemos sin tener fundamento para ello y en otras ocasiones nos ha mantenido inmóviles, sin cambios y sin expectativas. Hace un año atrás exactamente me encontraba haciendo maletas y preparándome para dos días de reválida. Nos encontrábamos mi esposo, mi mejor amiga y yo en la sala discutiendo a qué hora nos íbamos y cómo íbamos a cuidarnos del virus que apenas hace unos días había llegado a la isla a través de un crucero y un turista que viajo a Puerto Rico y se quedó en el hotel donde nos íbamos a quedar. Salubrista al fin ya tenía mi plan de acción y todo iba viento en popa, cuando llegó el correo electrónico donde cancelaban la reválida. Me senté en mi sala y sabiendo que era lo mejor también me sentí impotente y frustrada. Verán muchos de los que pasamos por el proceso de revalidar llevamos meses antes encerrados de por sí, sin salir, sin distracciones para ir a sentarnos a tomar un examen que no sabremos si pasaremos. Que si pasamos hacemos fiesta y si no pasamos tenemos que encontrar la motivación para seguir y sentarse nuevamente a tomarlo, lo que implica más meses de encierro. Para mí fue un golpe duro, mi conocimiento me decía que la pandemia no iba a pasar rápido. Viendo los números y haciendo las matemáticas no había manera que en menos de un año hubiera control del virus, no había vacunas y no se sabía el origen de este.

Hoy a esta hora 8:22 p.m. de 7 de marzo de 2021 me encuentro otra vez en el mismo lugar que estuve antes de recibir el correo electrónico con la cancelación de la reválida, pero esta vez guardando mascarillas y crema de lavado en seco para protegernos del virus, no nos quedaremos en un hotel y tendremos que ser más cuidadosos. El 2020 nos enseñó que el inmovilismo no nos lleva a nada, que hay que reinventarse, hoy me encuentro escribiendo libros y haciendo “bitácoras” para una revista electrónica, cosa que nunca pensé que ocurriría. Hoy me puedo sentar y decir, estoy haciendo lo que siempre quise hacer y no me atrevía porque estaba cómoda, porque no había necesidad de un cambio, porque tal vez tenía miedo del fracaso. Hoy sé que si fracaso en lo que hago sufriré, claro que sufriré, pero también sé que me puedo levantar. Después de todo es nuestra condición de humanos la que nos lleva a seguir esforzándonos y salir hacia adelante. No te quedes estancado o estancada, haz el cambio, ahora es el momento de ser lo que quieres ser y como lo quieres hacer, con tus términos, tus reglas, atrévete a ser más humano. Si ya te reinventaste me gustaría saber que hiciste, que cambio hiciste en tu vida y cómo te ha ido. Espero que descansen rico y que tengan un hermoso resto de semana.

Nuestra vida imaginaria:

¿De qué depende nuestra felicidad? Más específico; ¿de qué depende tú felicidad? Hemos crecido en una sociedad que vive del que dirán y del materialismo, crecimos viendo películas animadas donde un príncipe rescata a una princesa y viven felices por siempre. Y si, sé que también crecimos viendo series como Xena, la princesa guerrera, donde no había gran glamur, ni grandes castillos o por lo menos no era la norma. Sin embargo, nuestra predisposición a romantizar las cosas nos puede llevar a tener una idea errónea a lo que es felicidad.

Muy probablemente han escuchado sobre la entrevista de la Duquesa de Sussex, Meghan Markle en entrevista con Oprah Winfrey. Esta entrevista nos abrió las puertas a un mundo que no conocíamos. Tal vez ninguno de nosotros sigue de cerca la monarquía de Inglaterra, pero sabemos que existen y de vez en cuando podemos ver una ventana a su mundo de extravagancias y opulencia. Cosas que a lo mejor nosotros quisiéramos obtener. Tal vez porque venimos de una sociedad que ha perpetuado que todas las mujeres son princesas y todos los hombres son los príncipes que tienen que rescatar a las princesas. Hace unos días un pastor de denominación Bautista escribió un post sobre como las mujeres deberían de mantenerse con una figura fenomenal y verse bien 24/7 para mantener el interés de sus esposos y convertirse en una “trophy wife”. Este termino para los que no los conocen es el final feliz de las princesas de las películas. Un príncipe las recató y ahora a cambio debemos de ser silentes y correctas 24 horas, 7 días a la semana y sin pensamientos propios.

El caso de la Duquesa de Sussex es aún peor pues en su caso la Duquesa de Sussex alega haber sido discriminada por el color de su piel. Por lo que en los cuentos de hadas que nos hemos imaginado no hay lugar para diferencias, todo tiene que ser pulcro y perfecto. Esta narrativa la volvemos a escuchar cuando su esposo el Príncipe Harry, refiriéndose a la depresión profunda en la cual había caído su esposa dice: “al principio no me atreví pedir ayuda” seguido por: “y cuando por fin pedí la ayuda a mi padre no me la dieron”. Se imaginan, vivir con tanto dinero, tantas propiedades, teniendo todo al alcance de tu mano, pero que todos te den la espalda cuando necesitas ayuda. Ver a tu familia sufrir dentro de tanta opulencia y oportunidad y no tener ayuda debe crear un sentimiento horrible de impotencia.

 

Muchas personas viven su día a día haciendo creer a los demás que son felices, que todo esta bien y que no necesitan ayuda. Otras han pedido ayuda una y otra vez, pero vivimos en una sociedad donde simplemente todo lo que no es prístino se ignora o se descarta. No tenemos compasión hacia los que son diferentes a nosotros pues hemos sido adoctrinados a buscar nuestro final feliz en otras personas que son perfectas y que vienen a nuestro rescate. La presión que se le impone a la sociedad de esa perfección es tan grande que vivimos en un sistema roto, un sistema que no engrana, un sistema que lamentablemente descarta a las personas que “no sirven”.

Lo que nos lleva a nuestra pregunta original; ¿de qué depende tú felicidad? ¿Estas esperando a que tu situación personal o económica mejore para ser feliz? ¿Crees que solamente las personas que tienen dinero y fama son felices? Para mí, la libertad me hace feliz. El ser libre de ir donde quiera, cuando quiera; el tener a mis seres queridos bien y segura que cuando necesiten ayuda alguien va a poder ayudarlos; no tener que fingir ser feliz para los demás.

 

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Modificado por última vez en Miércoles, 21 Abril 2021 20:18
Sharon Torres

Puertorriqueña, Maestría en Salud Pública, CEO en 3WG Education.

Trabajo desde el 2009 en el área educativa y con comunidades de alto riesgo desde el 2010. Puedes escribirme a 3wgedpr@gmail.com 

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