La visión pavorosa de lunas escuálidas me satura los ojos y la boca.
Son como todos los demás,
me atraviesan los pies con sus dobles filos.
El mar en su bravura se deja adormecer por lunas mentirosas,
la noche corre y tú te alejas,
Te siento distante y perdido entre tanta luz dormida.
Tantas cosas ahogan mi voz…
El pecho lleno de un amor inmenso,
tan inmenso y doloroso como el mar.
Tengo adentro un amor tan terrible que no se apaga como lunas
que se apaga con el llanto de ojos fúnebres
y arde de nuevo con la furia de olas vertiginosas.
El mar como el amor en su bravura se deja adormecer con su canto embrujado.
Me toma entre sus brazos y tú, distante y profundo,
también inmenso y doloroso te alejas como queriendo escapar.
Te alejas más y más de la pobre alma,
esa que se ahoga amándote.
Desquiciada de la noche.
Loca de las estúpidas palabras.
Enferma de amor por ti.
Enamorada de tu corazón.
Amante de tu alma.
Sin tenerte presente y muy callado
tu silencio de horas, días, años.
Me adormece en su ferocidad de dedos húmedos y tibios.
Te extraño y no te vuelves,
te extraño y me arrojas al vacío.
El mar en su bravura me adormece acariciada,
selló mi boca e inclinó mi columna arqueándola hacia el suelo,
estrechó mi garganta y me quebró ambas manos.
El corazón henchido de tanto amor,
del terrible amor…
Porque tengo un amor tan terrible
que me llena el cuerpo y me mata.
Tengo un amor tan terrible
que te llama y no te encuentra.
Más te alejas y me dañas con tu ausencia.
Más te alejas y me olvidas con la luz de esas tristes lunas.
Más te alejas y me matas con la virtud del amor imposible.