Hoy les contaré algo que me pasó a mí, pero seguramente también les ha ocurrido a muchos otros.

Tal como mencioné más arriba, nosotros también trabajamos cumpliendo horarios, contratos y compromisos; pase lo que pase. En los contratos sólo se estipula para reagendar una fecha, en casos de fuerza mayor, que en realidad son sólo eventos de la naturaleza que no podemos controlar. Pero también hay otros casos que no aparecen en ninguna parte, y son los más duros, porque hacen que nos duela el corazón.

Así fue como en octubre del año pasado, comprometí mi participación en el Festival argentino "COLTAWORLD". Para eso debíamos enviar un video de Pablito Pesadilla, Harry Nach y Kidd Tetoon, con una puesta en escena similar a la original; debido a que por la pandemia no podíamos viajar. Aquí les dejo el link, para que vean cómo quedó.

La grabación del video estaba programada para un martes, pero el domingo anterior, (2 días antes), todo cambió. Mi abuela materna de 97 años amaneció enferma. Ella estaba en Santiago y nosotras con mi mamá en La Serena.

Ya el lunes me di cuenta de que la situación se venía difícil, aunque mi abuelita le había ganado al COVID 19, nunca se recuperó del todo y su estado de salud se vio debilitado; a pesar de estar súper bien atendida.

La pandemia no nos permitió visitarla desde marzo, sólo la veíamos a través de fotos y videos. La video llamada de ese lunes, nos hizo saber que vivía sus últimos momentos.

Así fue como en la madrugada del martes, emprendimos viaje a Santiago con mi madre, empacando una maleta distinta; llevando ropa negra por si acaso...

Después de 8 horas de viaje, llegamos a Santiago invadidas por la tristeza. No pude contener las lágrimas al verla, sabía que se iría pronto y que debíamos ayudarla a que se fuera en paz, a pesar de nuestro dolor.

Fue un momento mágico, que me dio la tranquilidad de poder despedirla, decirle cuanto la quería y lo increíble que había sido como abuelita. Ayudarla a abandonar lo físico, para irse al cielo con su alma y con la mía en paz.

Mientras esto transcurría, mi maravilloso equipo trabajaba montando todo para el video. Ellos son increíbles y en momentos como este, el soporte que cualquiera quisiera tener, porque pase lo que pase; “EL SHOW DEBE CONTINUAR”.

Recién a las 3 de la tarde, logré separarme de mi abuelita con “un último abrazo y ese último beso”, tal cual como dice esta canción. 

La locación estaba sólo a 15 minutos, así es que llegué rápido, estaba todo listo. Pero al cabo de horas de grabación, me avisaron que mi abuelita ya había emprendido el vuelo. Imagínense cómo me sentí, sólo estábamos a 15 minutos de distancia y no la podía ir a ver, trabajé entre lágrimas; hasta que como siempre me fui del lugar junto al último fierro del desmontaje.

Recién a las 10 de la noche, pude llegar a verla y comenzar a vivir este duelo eterno. Las pompas llegaron después de la medianoche, y por la pandemia no la pudimos velar de manera normal. Y pasó la noche solita en la frialdad de una Iglesia...

Al día siguiente me levanté muy temprano y la llené de flores, era justo y necesario un último homenaje.

Mi regreso a casa fue horrible, cansada, con pena, con sueño; y si a eso le sumamos que estuve 5 horas en el control sanitario, y que me demoré 13 horas en llegar, manejando toda la noche con neblina; créanme que es para querer olvidar la experiencia.

Pero es así la vida, somos personas como cualquier otra, trabajamos, cumplimos, y también sufrimos; pero "EL SHOW DEBE CONTINUAR"...

Antes de despedirme, me gustaría recibir comentarios acerca de mi columna, y también saber qué otros temas les gustaría tocar.

Gracias por leerme.

 Quedo atenta a sus comentarios.

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